El término replicante opera en negación a reproductor: el esquema filogenético/evolutivo de la vida es desmontado y reensamblado en una cadena de montaje. Las fotos operan como transferencia horizontal de genes y los replicantes se abocan al proceso de adquirir una consciencia/memoria colectiva como única manera de establecer una alt-humanidad capaz de generarles significado, es decir reconexión, es decir retroalimentación positiva del sentido. En Blade Runner 2049 el paradigma parece invertirse: memorias reales y memorias falsas se confunden en un desenfreno biorreproductor que parece apuntar una verdadera puerta al futuro, entremezclada en sus propias células. Pero lo humano/residual (“more human than human” y la parafernalia del test VK) ya ha sido desligado de los mecanismos productores en tanto herramientas (los replicantes como soldados/colonos), shoggothización del pseudohumano en tanto inhumanidad libre. Entre las ruinas de la tecnósfera la humanidad biológica fenece, o se expone a la mutación última fuera del mundo: nada de lo humano sale con vida del futuro (Land) mientras la comunidad replicante, finalmente, se reproduce.